lunes, diciembre 19, 2005

EL LECTOR ABSOLUTO








Bruno Marcos

De pronto el blog se me ha ido de las manos, o, según se mire, ha llegado adonde debía. El de R. me lo dijo a salto de mata: “...eso es lo que quieres: hacerte un mundo paralelo”.
Al principio deseas que te lean pero, luego, vas descubriendo la felicidad de plegarte en ti mismo, confiado en que vayan desistiendo de seguirte los pocos que lo hacían, para ser más libre, para volver a proyectarte en el lector del futuro, ese ser extraño en el que jamás reparas y que es como una abstracción sublimada de tu narcisismo. Es decir, sólo crees que, un día, alguien aparecerá, después de ti, quizás un hijo, un nieto o un bisnieto, o un extraño que encontrará unos legajos y los leerá, y el enterarse de lo que has escrito le cambiará la vida. Pero lo meditas y no encuentras otra forma de visualizarlo que pensar que, para que eso pasase, ese alguien tendría que ser uno como tú, exacto a ti.
De hecho el de R. apareció ante mí como un ángel, jamás me había cruzado con nadie que, sin conocerme, hubiera leído mis libros. Me lo demostró. De mi nombre no se acordaba pero estaba seguro de que me había leído. Sacó un cuaderno de su mochila y allí estaban: Libro de las enumeraciones, Lo más profundo es la piel y sus notas... Al otro lado de las palabras que yo hacía perdidas en un limbo difuso salió él comentando que mis letras reposan en los anaqueles de algunos pueblecitos.
Pero lo cierto es que la palabras escritas no duran mucho más que las habladas. Hace unas semanas dejé, en casa de mis padres, sobre una cama, una caja de cartón con escritos y papeles para llevármelos. La olvidé. A los pocos días pregunté a mi padre y me dijo que creyó que lo seleccionado en la caja era lo que había que tirar y que, por eso, lo había dejado en la basura. Le comenté que era al revés pero no le reproché nada. A la semana siguiente observé la estantería de mi antigua habitación y la encontré significativamente más despejada. Me dirigí a él y le hablé de ello: “He seleccionado –me contestó- lo que no servía para nada y lo he tirado”. Me quedé estupefacto. Aquel magro revuelto de letras había sido para mí una selva impenetrable. En él había apuntes del colegio, del instituto, de la universidad, fotocopias, cartas, poemas de mil tipos, relatos, bocetos, mil y una cosas ingobernables para mí que las conocía, de las que yo era autor y que mi padre, en menos de una tarde, supo eliminar. “Lo que no servía para nada...” lo dijo con una serenidad que me hizo sospechar una estrategia o una consciente culpabilidad. Desarmado le musité: “¿ ...y qué sirve para algo?”.
En una ocasión cuando vivía con ellos, sentado en el sofá, comencé a oír un ruido repetitivo en la calle, un golpe constante y monótono de igual intensidad. Al fin me asomé al balcón. Era el vecino de arriba. Con una caja de cartón apoyada sobre un coche iba arrojando en el contenedor de la basura grupos de libros, dos o tres con cada mano. El libro era el mismo. Con indiferencia y desapego los dejaba caer sobre la basura. El autor de aquellos libros era él mismo. Un ensayo sobre Sartre autoeditado cuyo excedente, seguramente, habría causado el homicidio de los libros. No dejaba para mí de tener mérito que un africano como él hubiera escrito una obra sobre el existencialista más famoso, aunque, al final, no hubiera encontrado editor más que él mismo. No sería tan humillante el suceso si los libros se hubieran deshecho en el estercolero y no hubieran sido, para más mala suerte, como fueron, rescatados por un programa de reciclaje y exhibidos en un puesto de un paseo concurrido donde el tendero anunciaba la oferta de interviús pasados con el regalo de dos libros de esos del sastre ese...

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Ayer encontré en la biblioteca d león la fiesta del fin del mundo de un tal B.M.C. también existes en la ciudad

diciembre 21, 2005 9:01 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

cuando llegues al rastro es cuando empezarán a leerte

diciembre 21, 2005 9:03 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

aprovecho este espacio creativo para desearte desde el astillero que está en ruinas una felices fiestas y un 2006 mejor que el anterior y los pajaritos cantan y las nubes se levantan...
No dejes de sicoanalizarte en el blog

diciembre 21, 2005 9:12 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

AAAAHHHHHHHHH¡¡¡¡Que paciencia.Esto por una parte del texto.

Por otro lado la relación lector - escritor debe ser querida, fluida incluso casual por eso el de R. se ha convertido en una de esas maravillosas casualidades, has encontrado al lector LIBRE.

diciembre 21, 2005 1:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿no dudáis de su naturaleza sobrenatural?

diciembre 21, 2005 9:11 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

100 años de felicidad?

diciembre 23, 2005 11:53 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Tu blog lo lee una gente muy rara.

diciembre 26, 2005 7:45 p. m.  

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